23/12/2014 José Luis Lozano prepara nuevo trabajo, nueve años después de “Efectos secundarios”.
La carrera musical de José Luis Lozano arranca a finales de los años 90, cuando la informática musical te permite grabar en casa. Es así como en el año 2000 compone su primera maqueta, Cuentas pendientes. Se presenta al Cortocircuït, es seleccionado y empieza a subirse a los escenarios. Más tarde llegaría su primer disco, Efectos secundarios. La compañía discográfica OK Records se fija en un tema, Yo quiero, y ficha a Lozano, como lo conoce toda su gente. El productor Miguel Ángel Vera convierte la maqueta en un disco.
¿Dónde radicó el éxito de Efectos Secundarios?
Es feo que yo lo diga pero suena fantástico. Y el tiempo lo está respetando muy bien porque gente que lo descubre ahora me dice que les parece increíble que este disco tenga ya 9 años.
Su trabajo gusta pero en cambio poco después desaparece de la escena musical. Desaparezco por la sencilla razón de que al entrar dentro del tejido empresarial del mundo del espectáculo me siento atado de manos y no me proporcionan los directos que a mi me dan la vida creativa. Había un error de concepción. La gente que trabajaba conmigo quería hacer conciertos grandes y ese no es el camino. El camino es la gota malaya, hacer conciertos pequeñitos y muchos. Porque eso, en definitiva, era lo que me hacía feliz.
¿Por qué no opta por reorientar su carrera en vez de renunciar a aquello que le hacía feliz?
Renuncio porque entonces no tengo la sabiduría y la experiencia de reencaminarme y decir hasta aquí hemos llegado. Rompo con ello y vuelvo a hacer el camino tranquilo y lento pero ya no tengo la energía necesaria. Coincide además que por motivos personales me voy a vivir a Tarifa, en Cádiz, y dejo de lado la música. Y llevo una vida más doméstica, trabajando en los molinos de viento. Vivo un tiempo de espaldas al mundo creativo.
¿A lo largo de esos nueve años no lo echa de menos? ¿Cómo recupera la motivación?
Cuando eres una persona creadora, si tú no buscas la creación, la creación va a venir a por ti y te va a decir “no te olvides de mi, muchacho”. Hay un momento que te llama con tanta fuerza que tira la puerta abajo. En Tarifa tenía un bloqueo creativo total. Lo intentaba y el resultado era desastroso. Cuando me voy de Tarifa y recalo en Barcelona y Santa Coloma me agarro con mucha más fuerza a la creatividad y encuentro la energía necesaria. Y te das cuenta que estás generando un álbum de canciones.
¿En qué estado se encuentra su nuevo trabajo?
Ahora está totalmente maquetado. Por suerte he generado bastantes canciones y estoy viendo cuáles encajan en el concepto de disco que quiero hacer. Es un disco muy bañado de sur, que coge de la mano mi lado más rumbero. Algunos amigos me dicen que tenía un lado pop y rock interesante y estoy viendo la manera de insertarlo.
¿Cuándo estará en la calle?
Tendré que hacer un micromecenazgo porque ahora no tengo detrás una compañía de discos. Si la gente quiere que haya disco, pues lo habrá. Sino, pues habrá una maqueta. A mi me encantaría que hubiese un disco. De las fechas hace mucho tiempo que huyo. Para estar al día de cómo está el proyecto se puede saber en joseluislozano.com.
¿Corren tiempos difíciles para los artistas?
Tengo un buen amigo, un artista, que me dice que este es un momento de oportunidades, para ser superoptimista, y creo que tiene razón. Tú eres dueño de lo que quieres hacer. Olvídate de hacer las cosas para gustar a alguien y que te financie un disco porque eso no existe. Las compañías apuestan por fenómenos televisivos o fenómenos virales de la red. Se pueden hacer cosas pero pequeñas y humildes. Intentar llenar una sala de más de 200 personas es un suicidio. La sala hay que alquilarla y más te vale seducir a toda tu familia y amigos o vas a acabar pagando una especie de boda.
Y sólo les faltaba el 21% de IVA cultural.
No puede ser que se pague un 21% de IVA en el tema cultural.
Eso es un atentado. No puede ser que los locales de ensayo valgan la pasta que valen porque de esta forma cómo van a tener los adolescentes el sueño de hacer una banda de rock si no tienen dinero para pagarlos. Los locales de ensayo deberían de ser de precio gratuito o irrisorio. Es imposible profesionalizar tu vida artística. Es muy triste.
¿Responsabiliza a los gobernantes?
Pues sí, porque en buena medida depende de ellos.
¿El gobierno de Santa Coloma es sensible con sus artistas?
No lo suficiente. Santa Coloma vive un momento muy dulce, con mucha gente haciendo cosas, y no hay suficientes sitios donde tocar, donde ensayar… Muchos bares no pueden planificar música. Barcelona la mata-ron. A la gente que toca en la calle le quitan la guitarra. ¿Por qué esa persecución hacia la cultura y la música? Tenemos que meter el dedo en la yaga. Ojalá se ofendan un poco y digan “sí que hacemos cosas”. Y yo les diré “pues podéis hacer más, mucho más”.
El 13 de septiembre presenta en la sala Carro de Baco de Santa Coloma el espectáculo Conversaciones con un Cantamañanas. ¿Qué nos ofrece?
Entronca con el bloqueo creativo que yo tuve durante muchos años. Dicen que el secreto de la risa es reírse de uno mismo, y Conversaciones con un Cantamañanas es reírme de mi mismo. Subimos al escenario un actor, José Antonio Ledesma, y yo. El escenario es mi habitación y viene mi colega y me despierta. Y empiezan a venir visitas a casa, que son artistas, la mayoría músicos. Es una verbena gamberra en la cual nos lo pasamos muy bien y eso se transmite al patio de butacas. Le estamos regalando el vouyerismo de ver por una mirilla qué pasa en la habitación de un artista cuando se junta con otros artistas. Cada vez que lo representamos los invitados son distintos. En total somos entre 12 y 15 personas en escena.
¿El espectáculo tiene un punto terapéutico?
Totalmente. Nos lo pasamos muy bien y esa energía se transmite al público. Cuando termina el espectáculo compartimos un rato con el público en una sala anexa. Eso es muy importante. En otros momentos la industria ha propiciado justo lo contrario: distanciar al artista del público.